En el muro de Facebook de mi amigo Javi Felipe leo un artículo publicado en El País que lleva por título “Roma, una película en español subtitulada en español”.
El 31 de diciembre decidimos partirlo con 12 buches de leche de camella, nos habíamos adentrado al sur del desierto saharaui, en el Tiris, montamos un par de jaimas y encendimos una buena hoguera para extraer sus brasas.
La plaza del Cristo no es solo el mayor espacio público del Casco lagunero, es parte del imaginario, de la memoria y del sentimiento de muchas personas que lo asocian a momentos de ocio, a música, a paseos, a eventos deportivos, a tertulias o simplemente a tardes brumosas de juventud.
La connivencia entre CC y la jerarquía eclesiástica no tiene nada que ver con las creencias de los responsables políticos de las instituciones, tiene que ver con el destino extraño de nuestros dineros.
El debate sobre el hecho nacional suele estar cargado de prejuicios, tópicos y, en general, de confusiones motivadas porque la propia teoría de las ciencias sociales en este tema se mezcla habitualmente con las posiciones políticas, y es por eso que nos vemos abocados a confundir términos, conceptos, categorías y tiempos históricos.
Cuando leí 1984 y El cuento de la criada sentí la angustia de encontrar un mundo en el que las normas se imponen a los deseos y el orden está por encima de los derechos.