Aquel verano del 97 estaba junto a mis amigas en Fuerteventura. En una de las calitas del Cotillo nos hartamos a mejillones. Recuerdo a Sonia cantando.
Me desperté con la luna redonda y blanca, pero pensé que debía ser roja como el volcán de La Palma. Voy al trabajo por el Camino de la Verdellada, escuchando la radio, viendo el fuego en el cielo, sus lenguas arrasando barrios, casas, huertas, cuartos de niñas y niños.
De forma silente sopesa la gente si tanto turismo es razonable. De forma silente se queja de la masificación y de la reconversión de muchos lugares isleños desvirtuados y apropiados para el negocio. Y no gusta lo que se ve y se huele.
Si un gobierno progresista no sirve para salvar los intereses de los trabajadores, ¿para qué sirve? Una visión estratégica, sobre todo de la facción de izquierda del gobierno (Sí Podemos Canarias), debería tener como referencia central los intereses de los trabajadores, y apuntalar a los sectores económicos distintos a los del binomio construcción-turismo.
Mi labor como diputado me obliga a preocuparme por toda la realidad del sector primario, no en vano soy portavoz de mi grupo en la Comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca del Parlamento canario.
El debate de la nacionalidad consiste en una evaluación pormenorizada y de ajuste de la situación del Archipiélago, un debate analítico que contiene una parte propositiva para no quedarse en mera retórica.